Nunca habría estado en otoño en Chipiona, y nunca había disfrutado de la tranquilidad que viene de la vorágine turística. Ahora puedo hacerlo en sus calles, en sus plazas, en sus playas y ahora compruebo en vivo el pulso de una ciudad que merece la pena y no sólo en la época estival.
Ahora puedo fotografiar ese mágico océano con sus alucinantes puestas de sol con encuadres que incluyen caprichosas y bellas formaciones de nubes que son un verdadero espectáculo.
Pero Chipiona como una ciudad viva que es tiene también, su cultura, sus eventos sociales. He podido asistir a la Carrera Vertical del Faro o a la fiesta de Halloween y me he perdido otras muchas actividades porque no soy residente habitual en esta ciudad, pero tiempo habrá de conocer el resto de la amplia gama de actividades que esta ciudad ofrece en Oroño: Festivales flamencos, eventos deportivos, conferencias, exposiciones…
Ya el otoño va remitiendo para dar paso al invierno y aquí estaremos para comprobar que tiene de bueno en esta ciudad pero una cosa si les aconsejo: no se pierdan Chipiona, merece mucho la pena. Y como el mar es un protagonista muy principal en la vida de Chipiona, aquí les dejo este poema de Rafael Alberti.
” Mar del otoño, vienen
verdes tus olas, aunque ya debieran
estrellarse en espumas amarillas.
Me gustaría, mar, llegar mañana
a tus riberas y encontrarte todo
como un bosque caído.
Me internaría, mar, en ti pisándote
con la misma dulzura que las hojas,
de aquellas arboledas,
distantes del colegio,
que se iban muriendo hacia la playa.
Andaría por tí, mar del otoño,
hasta sentirme extraviado, hasta,
verme perdido entre tus olas secas.
¡Qué soledad entonces, qué alegría,
lejos, incluso, mar, de lo que amo,
en tus mudos dominios!
Pero no; que yo sé que no estás muerto,
que no te mueres nunca y nos ofreces,
en tu espejo continuo, lo que acaso
debiera ser la imagen verdadera
de nuestra simple infatigable vida. “